La función principal de los ventiladores antideflagrantes no es evitar que explote el propio ventilador, sino protegerlo contra las explosiones de polvo en entornos de producción. En determinadas industrias, el proceso de producción genera polvo y materiales inflamables y explosivos, como el polvo de metal y carbón. Para controlar estas partículas peligrosas, se suelen emplear sistemas de extracción y recogida.
En tales escenarios, la aparición de fricción y chispas en un ventilador podría suponer un riesgo importante. De ahí la necesidad imperiosa de ventiladores a prueba de explosiones. Estos ventiladores se someten a un tratamiento especializado, con materiales distintos a los de los ventiladores normales, para garantizar una mayor seguridad en estos entornos de alto riesgo.