Las sofocantes temperaturas del verano ponen a prueba la resistencia de las luces LED antideflagrantes. Para los clientes que utilizan estas luces, tanto en exteriores como en interiores, es crucial comprender las diversas estrategias de refrigeración aplicables a los distintos escenarios. Gracias a la amplia experiencia del sector, se han destilado varios métodos eficaces de disipación del calor:
1. Aletas de aluminio: Una técnica de refrigeración frecuente consiste en incorporar aletas de aluminio como parte de la carcasa para mejorar la superficie de disipación.
2. Tubos de calor: Se emplean para transferir el calor del núcleo de la luz a las aletas externas, un diseño habitual en luminarias importantes como las farolas.
3. Aerodinámica: Utilizar el diseño de la carcasa ligera para generar un flujo de aire convectivo es el enfoque más económico para mejorar la refrigeración.
4. Radiación superficial: La carcasa exterior de la luz se somete a un tratamiento de disipación del calor por radiación, a menudo mediante un revestimiento especial para irradiar el calor fuera de la superficie.
5. Materiales conductores: Durante el moldeo por inyección de la carcasa de plástico, se utilizan rellenos conductores del calor para aumentar la conductividad térmica y la disipación de la carcasa.
Si aprovecha las avanzadas capacidades de refrigeración de las luces LED antideflagrantes, podrá protegerse eficazmente contra los daños causados por las altas temperaturas y prolongar la vida útil de las luces. Dar prioridad al mantenimiento y cuidado periódicos es vital para reducir posibles daños y garantizar un funcionamiento sin problemas, abordando preventivamente los posibles problemas.