La eficacia de una envolvente antideflagrante radica en su capacidad para contener las llamas en su interior, incluso cuando se produce una explosión dentro de la carcasa del equipo eléctrico. Esta contención se garantiza impidiendo que las llamas escapen a través de diversas superficies de unión.
El cumplimiento de normas específicas relativas a la separación, la longitud y la rugosidad de la superficie de estas juntas es crucial. Estas juntas no sólo extinguen las llamas, sino que también las enfrían eficazmente. Reducen la temperatura de las llamas que las atraviesan a un nivel insuficiente para encender cualquier mezcla explosiva que pueda haber fuera de la envolvente.