Cuando el monóxido de carbono se inflama en una mezcla con aire, puede provocar una explosión.
Esto se debe a que el CO y el O2 se mezclan en una proporción específica dentro de los límites explosivos, cerca de las proporciones estequiométricas necesarias para la formación de CO2. Una mezcla de este tipo puede desencadenar una reacción rápida e intensa, haciendo que los gases generados se expandan rápidamente y den lugar a un evento explosivo.