La presencia de impurezas, lo que indica la presencia de oxígeno en estos gases, puede provocar una combustión violenta y una importante generación de calor en caso de ignición, pudiendo causar una explosión.
Sin embargo, incluso gases como el hidrógeno y el metano tienen pocas probabilidades de explotar si son impuros. El riesgo de explosión depende de la proporción específica de oxígeno e hidrógeno, que debe alcanzar un umbral crítico para suponer un peligro.
Es fundamental tener en cuenta que no todos los gases son explosivos. Un gas debe ser combustible y capaz de producir un calor considerable para desencadenar una explosión.