De hecho, la alta volatilidad de la gasolina significa que cuando su concentración alcanza un umbral específico, la exposición a una llama abierta puede provocar una ignición o incluso una explosión.
La ausencia de oxígeno en un entorno es el único escenario en el que la gasolina no se inflama. A la inversa, las concentraciones superiores al límite de explosividad evitan la explosión, pero en presencia de oxígeno, la ignición es inevitable.