Ámbito de aplicación:
En pocas palabras, la iluminación "a prueba de explosiones" es un tipo de equipo eléctrico a prueba de explosiones que se utiliza en zonas con riesgo de explosión. Estas zonas se caracterizan por la presencia de gases, vapores o polvo inflamables en el aire. Los equipos eléctricos instalados y utilizados en estos entornos deben cumplir los requisitos del "Código para el diseño de instalaciones eléctricas en entornos con riesgo de explosión e incendio" (GB50058).
Razón de necesidad:
Muchos centros de producción generan sustancias combustibles. Aproximadamente dos tercios de las zonas de las minas de carbón son propensas a las explosiones; en la industria química, más del 80% de las zonas de producción son explosivas. El oxígeno está omnipresente en el aire. Las fuentes de ignición derivadas del uso extensivo de instrumentos eléctricos, las chispas de fricción, las chispas de desgaste mecánico, las chispas estáticas y las altas temperaturas son inevitables, especialmente cuando los instrumentos y los sistemas eléctricos funcionan mal.
Objetivamente, muchos emplazamientos industriales reúnen las condiciones para que se produzcan explosiones. Cuando la concentración de sustancias explosivas en el aire alcanza el límite de explosividad y existe una fuente de ignición, puede producirse una explosión. De ahí que resulte evidente la necesidad de adoptar medidas a prueba de explosiones.
Rentabilidad:
Una razón importante por la que la gente duda en utilizar luces antideflagrantes es su coste. Sin embargo, un análisis detallado de la relación coste-beneficio comparando las lámparas incandescentes normales con las antideflagrantes revela que estas últimas tienen una vida útil mucho más larga. Aunque las lámparas incandescentes pueden ser más baratas al principio, su corta vida útil y sus frecuentes sustituciones suponen mayores costes de mantenimiento. Por tanto, la rentabilidad global de las luces antideflagrantes es mucho mayor que la de las incandescentes.