Hablar de toxicidad sin hacer referencia a la dosis es engañoso; el butano puro es intrínsecamente no tóxico. Aunque el butano no se metaboliza en el cuerpo humano, la exposición continuada a altos niveles puede penetrar en el sistema circulatorio, alterando potencialmente las funciones metabólicas regulares.
Cuando el butano se inhala, viaja a los pulmones, donde se absorbe y luego impacta en el cerebro, suprimiendo el sistema nervioso central. Una exposición leve puede causar síntomas como mareos, dolores de cabeza y visión borrosa. En cambio, una exposición importante puede llevar a la inconsciencia.