En circunstancias normales, la pólvora de hierro no se inflama, sino que se oxida en el aire. Sin embargo, si se dan las condiciones adecuadas, puede entrar en combustión.
Tomemos, por ejemplo, un caso en el que se enciende un vaso de precipitados con un contenido de alcohol de 50%. Si se introduce una cantidad considerable de polvo de hierro, se calienta en el vaso y se dispersa por la pared a una distancia de entre dos y quince centímetros, se encenderá. En particular, el polvo de hierro a nanoescala es capaz de arder en el aire.