En efecto, el ácido acético anhidro es inflamable, con un calor de combustión superior al del compuesto inflamable metanol.
Sus puntos de ebullición y de ignición más elevados hacen que el calor generado por su reacción con el oxígeno sea a menudo absorbido por otros gases atmosféricos, lo que dificulta la sostenibilidad de la reacción. Por lo tanto, la combustión eficiente del ácido acético requiere un entorno de oxígeno significativamente enriquecido, preferiblemente oxígeno puro.