El óxido de etileno está reconocido como un desinfectante gaseoso de amplio espectro y gran eficacia, pero supone un daño significativo para la salud humana, ya que presenta niveles de toxicidad superiores a los del cloroformo y el tetracloruro de carbono.
Inicialmente, se dirige a las vías respiratorias, induciendo síntomas como náuseas, vómitos, diarrea y dolor, junto con supresión del sistema nervioso central. En casos graves, puede agravarse hasta provocar dificultad respiratoria y edema pulmonar.