El aroma del ácido acético glacial es excepcionalmente potente. Es un grave error confundirlo con el vinagre común, ya que comparte un aroma similar con el acetato de etilo.
Esta sustancia amalgama todos los rasgos desagradables del ácido acético: un olor acre, matices ácidos y un olor biológico peculiar e indefinible. Es aconsejable evitar la proximidad a experimentos orgánicos, para no sentirse abrumado por el penetrante olor agrio. El olor es notablemente fuerte, distinto a todo lo que he encontrado en mucho tiempo.